El hecho artístico es un momento vital. Corresponde a una etapa, marca un punto en el ciclo. O se formula como paseo de la mirada, es experiencia de la materia puesta en relación. He jugado mucho con las palabras. En Bee Time lo he hecho formulando paradojas, lo que se refleja en muchos aspectos de la colmena. De ahí surgió la acción “I’m a paradox” cuya mayor importancia como obra reside en el título. Algo pasa también con esta obra, el título llega como flecha. En “I’m a paradox” presenté un diagrama de cómo las dicotomías fundamentales del pensamiento pueden integrarse. Tras la obra, una idea se quedó tintineando en mi cabeza: para que una paradoja exista debe constituirse un estado maleable de la verdad, no cerrado, no unidireccional. En la paradoja ninguno de sus componentes anula al resto, sino que todas las contradicciones se mantienen en un estado de incuestionable e indemostrable veracidad. Aparece como la potencia de una verdad que aún o puede ser agarrada. Una fertilidad que resiste e insiste en ser vulnerable.  Llegué a Bee Time 3 con esta idea, observando cómo lo vulnerable era fundamental para la fertilidad de la colmena. Pero la misma idea de la vulnerabilidad necesitaba desarrollarse. Juego con las palabras: maleable, adaptable, débil, inefectivo, cambiante, frágil, desnudo. Desmenuzo y deshilacho, deshilbano: este estado maleable de lo verdadero no reside en la parte externa de las cosas, sino en su más profunda intimidad. Las abejas tienen una relación muy particular y viva con lo ínitmo, con lo interno, lo velado, lo secreto. Fabrican un puente en la entrada de la colmena, entre lo interior de la materia y lo interior de la memoria. En “Fertilidad Vulnerable” me abro a la memoria, a todos los hombres que soy en este cuerpo, y busco entre todos ellos a mi individuo para que prosiga en sus trabajos, una vez más. Despiezo la violencia heredada en mi linaje paterno, como si fuese un conejo recién cazado. Observo como puedo matar la memoria, extirpar sus partes negras, traer luz. El linaje de mis zánganos necesita pedir perdón, reconstruirse, asumir sus debilidades para que desde ellas pueda surgir el cambio, la vida. La idea aún me camina entre los músculos. Lo duro no puede procrear. Lo débil genera; lo fuerte castra. Me pregunto ahora qué significa proseguir o residir, permanecer en un estado de “fertilidad vulnerable”. La idea deja de ser una paradoja o un oxímoron y aparece como receta. El línea que se dibuja para unirnos ahora, a los hombres de mi linaje, es la sonrisa. En el ciclo de las cosas, la obra es un acto que se expande y desaparece. No quedan estatuillas. Sus huellas no tienen propietario.